<p>Las <a href=»https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2022/09/27/6331a58821efa0436b8b45d6.html»>vacunas contra el Covid</a> que Pfizer y Moderna desarrollaron en tiempo récord tras el estallido de la pandemia inauguraron una nueva estrategia médica con un gran potencial. Basado en la tecnología de <strong>ARN mensajero (ARNm)</strong>, este abordaje se explora ya en fases avanzadas frente a trastornos tan diversos como el cáncer, la gripe o el VIH, entre otros.</p>
Una investigación muestra, en modelos animales, resultados prometedores al usar tecnología de ARN mensajero para tratar esta enfermedad que puede producirse en el embarazo y para la que no hay tratamiento específico
Las vacunas contra el Covid que Pfizer y Moderna desarrollaron en tiempo récord tras el estallido de la pandemia inauguraron una nueva estrategia médica con un gran potencial. Basado en la tecnología de ARN mensajero (ARNm), este abordaje se explora ya en fases avanzadas frente a trastornos tan diversos como el cáncer, la gripe o el VIH, entre otros.
A la lista podría sumarse también la preeclampsia, una enfermedad que puede producirse durante el embarazo y se caracteriza principalmente por provocar valores elevados de tensión arterial que se asocian a daños en órganos como el hígado o el riñón. Afecta a un 5% de las gestaciones. Una investigación publicada en el último número de Nature muestra, en modelos animales, la posible utilidad de una terapia basada en ARN mensajero contra el trastorno.
En las vacunas frente al Covid, lo que básicamente consigue esta tecnología es proporcionar al organismo una especie de manual de instrucciones que indica a nuestras propias células cómo producir la parte del patógeno, el antígeno, que es capaz de ‘movilizar’ al sistema inmunitario para que sea capaz de reconocer y ‘atacar’ a ese enemigo cada vez que se encuentre con él.
Para tratar la preeclampsia, el modelo que plantean los investigadores de la Universidad de la Universidad de Pensilvania (EEUU) se dirige a una diana clave: la vascularización que se ve afectada en el trastorno. Según explica Erika Bonacina, ginecóloga del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la preeclampsia se produce por una alteración en la placenta. «Se producen fenómenos de isquemia, de falta de oxígeno, que provoca una inflamación y un aumento de factores que se denominan antiangiogénicos, que impiden la formación de nuevos vasos sanguíneos, algo que es fundamental para que el desarrollo del embarazo sea adecuado», señala.
En el proceso se ve afectada también la producción de factores angiogénicos, como el VEGF, precisamente el objetivo de la terapia cuyos datos publica Nature. Mediante nanopartículas lipídicas, la estrategia permite llevar a la placenta un ARNm con información para producir en mayor cantidad este factor que resulta clave para evitar el problema de vascularización que caracteriza al trastorno.
Según los datos del trabajo, en dos modelos de ratón con preeclampsia, una inyección del producto desarrollado, denominado LNP 55, se asoció con un control de la tensión arterial en los animales gestantes y mejora de otros signos de la complicación que afecta a entre el 3 y el 5% de las embarazadas y para la que no hay tratamiento específico. No se registraron efectos secundarios de importancia ni ninguna afectación en los fetos.
Aunque reconocen que estos resultados todavía son preliminares y exigen que la investigación continúe, los investigadores señalan que su trabajo muestra «el potencial de esta plataforma de ARNm para tratar trastornos de la placenta como la preeclampsia».
Bonacina recuerda que de momento estamos ante «un tratamiento muy experimental que solo se ha probado en animales», lo que, a día de hoy, lo sitúa lejos de la clínica. No obstante, para la ginecóloga la estrategia «es muy prometedora». «La Medicina, en general, avanza hacia tratamientos más personalizados. Y este sería un tratamiento personalizado con un target muy específico dentro de la preeclampsia».
Otros intentos de acercarse a esta diana mediante nanopartículas se habían encontrado con problemas para llegar de forma específica a la placenta, lo que potencialmente puede provocar toxicidad en otros órganos. Pero en este caso, la tecnología parece conseguir localizarse de manera preponderante en la placenta «y sin afectar al feto, que es un aspecto fundamental».
De cualquier manera, a la investigación en esta línea todavía le quedaría un largo camino, recuerda. «Obviamente estos resultados tienen que ser replicados. Y también harán falta estudios de toxicidad, de seguridad, de farmacocinética, o de nanopartículas más consolidados, para que más adelante se pueda empezar una un estudio directamente en humanos».
Coincide en este punto Pedro Berraondo, investigador principal del Grupo de Terapias Basadas en Citoquinas del Cima Universidad de Navarra, quien subraya que el artículo publicado en Nature «abre un nuevo campo de desarrollo al identificar un vehículo capaz de llevar el ARNm terapéutico a la placenta mediante su interacción con una proteína específica. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para demostrar la viabilidad y la seguridad de este concepto en humanos».
«Las vacunas contra el COVID-19 han demostrado el gran potencial y la seguridad de las terapias basadas en ARNm, como se reconoció con la concesión del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2023. Este campo continúa buscando soluciones para necesidades médicas que no han podido ser cubiertas por medicamentos tradicionales», continúa el investigador, que concluye subrayando que «debido a las propiedades de los vehículos utilizados para transportar el ARNm terapéutico a sus células diana, las vacunas personalizadas contra el cáncer y el tratamiento de enfermedades metabólicas hepáticas representan la próxima frontera en la investigación clínica».
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