Los habitantes de ocho comunidades del Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba, al oeste del departamento de La Paz, fueron capacitados por la Fundación Teko Kavi para enfrentar la sequía y el cambio climático con acciones que mejoraron la gestión y uso del agua, y que incluyó el armado de atrapanieblas (que captura agua de las neblinas), la construcción de reservorios para la cosecha y el acopio de agua, además de la instalación de invernaderos; sin embargo, la región que también fue reconocida por la Unesco como Reserva de la Biósfera en 1977, está siendo invadida por la actividad minera aurífera ilegal.
“Ayuda Humanitaria por Sequía a Comunidades Indígenas de Apolobamba en Bolivia” es el proyecto implementado en comunidades de los municipios de Charazani y Pelechuco de las provincias Bautista Saavedra y Franz Tamayo del Departamento de La Paz con intervenciones en seguridad alimentaria y salud, pero con un mayor enfoque en el abastecimiento de agua para las comunidades, el ganado camélido (vicuñas, alpacas y llamas) y la vida silvestre que habita a unos 4.500 metros sobre el nivel del mar.
La vicuña por ser un camélido silvestre, comparte su alimentación con los otros miembros de la familia camélidos presentes en los ecosistemas de Apolobamba. El área protegida que tiene más de 483 mil hectáreas, fue creada con el fin de proteger los ecosistemas altoandinos y una de las poblaciones más grandes de vicuña de Bolivia (cerca de 15.000 vicuñas).
Jaime Ayra que dirige la Fundación Teko Kavi (vida buena en guaraní) explicó que “la participación de las comunidades afectadas por la sequía (desde hace cuatro años), fue esencial durante la ejecución del proyecto, porque posibilitó la interacción en la identificación de riesgos, la planificación y la preparación de la asistencia inmediata, además de la retroalimentación, que favoreció para que (los comunarios) se empoderen y aumenten su resiliencia frente al cambio climático”.
Añadió que el proyecto respetó las tradiciones y costumbres de los habitantes sin imponer cambios en su vida familiar y comunitaria. “El cambio climático, la invasión de los mineros a la zona, la sequía y la carencia de agua serán recurrentes, por lo que se buscó reducir los impactos negativos y promover capacidades de adaptación a las adversidades a largo plazo en poblaciones vulnerables”, agregó.
Se beneficiaron con el proyecto de Teko Kavi cinco comunidades en el municipio de Charazani (provincia Bautista Saavedra) de la Marka Suni Alpaqueros: Ch´uxña Uta, Qullpani, Muruqarqa, Chullumpini y Llauchani y en el municipio de Pelechuco en la provincia Franz Tamayo tres comunidades: Ucha Ucha Alta, Ucha Ucha Centro, Ucha Ucha Bajo.
Ayra explicó que se facilitó el aprendizaje de las mejores prácticas en la cosecha de agua y el cuidado de la producción ganadera. “El conocimiento asimilado pudo ser compartido con otras comunidades, se consolidó redes y alianzas, lo que dio continuidad a la educación y se desarrolló habilidades en los jóvenes, además se fortaleció el liderazgo y la gobernanza local, y se impulsó que las mujeres tengan voz en la toma de decisiones, conscientes del cambio climático y los impactos locales”, agregó.
UN FORRAJE
ALTERNATIVO
El dirigente de la Central Agraria del Distrito Ucha Ucha, Fortunato Mamani agradeció al equipo de Teko Kavi que llegó al lugar de madrugada, por el proyecto de agua y reconoció que en las comunidades no conocían el uso de la “pistuka” (Festuca Alta, una planta perenne de la familia de las gramíneas que se puede cultivar en la región y que se utiliza para forraje).
“Es el primer año que estamos sembrando esta planta en las carpas solares, porque nos facilitaron las semillas y vamos hacer la prueba si sirve o no como forraje para nuestras alpacas y vicuñas”, aseveró.
La fundación entregó como parte del proyecto, una cantidad de semillas a los habitantes del Distrito de Ucha Ucha, además de otros materiales, donde también se instalaron carpas solares como invernaderos para el cultivo de zanahoria, lechuga repollada, rábano, betarraga y nabo, hortalizas que se incluirán en la alimentación de los pobladores.
Mamani afirmó que también están empezando a sembrar verduras, “están brotando las primeras lechugas y rabanitos, hay que tener empeño con las carpas solares y sólo hay que regar algunas veces”.
AGUA DE LAS NUBES
El equipo de Teko Kavi, posteriormente, se trasladó hasta la comunidad Choqa Qota del municipio de Charazani y frente a la Laguna Verde revisó los cuatro atrapanieblas instalados con el apoyo de los comunarios del lugar.
Edwin Barrera, uno de los lugareños muy comprometido con el proyecto, explicó que las estructuras de los atrapanieblas con un largo de 25 metros y una altura de casi dos metros tienen paneles a ambos costados que capturan el agua de las neblinas que se forman por la humedad que genera la laguna en horas de la noche y madrugada y en la parte inferior, las calaminas colocadas estratégicamente permiten que el goteo del agua sea almacenada bajo tierra.
Detalló que la conexión de tuberías posibilita colectar unos cinco litros de agua de las nubes por minuto y que llena el tanque de la unidad educativa en la plaza principal de Choqa Qota, y donde también se tiene una pileta que abastece con agua todo el año a unas 500 personas de diferentes zonas.
LOS ALPAQUEROS
En otro recorrido, el equipo de Teko Kavi visitó la Marka Suni Alpaqueros en el municipio de Charazani y el Mallku General, Freddy Barrera también agradeció por el proyecto que posibilitó el armado de atrapanieblas, carpas solares, sistemas para la cosecha del agua, tanques o reservorios del recurso hídrico que se instalaron en cuatro unidades educativas.
El Mallku aseguró que con los atrapanieblas se tiene una alternativa para aprovisionarnos de agua, “hemos fortalecido nuestra resiliencia frente al desorden climático”.
“Estamos muy conscientes que el cambio climático afecta al planeta, a nuestras comunidades, a nuestros animales, además a los pastizales y provoca la carencia del agua, pero con el proyecto que trabajamos, nos beneficiamos muchas personas”, afirmó Barrera.
La reunión en Marka Suni Alpaqueros se transformó en una celebración colectiva y se degustó caldo de alpaca, una exquisitez culinaria tradicional. Humberto Llanos, otro dirigente y guardaparque de Apolobamba explicó que el único potencial económico que tienen los comunarios es la comercialización de la fibra de alpaca y vicuña.
ALMACENAMIENTO
DE AGUA
En un último recorrido, el dirigente Beltrán Quispe de la comunidad Moro Karka condujo al equipo de Teko Kavi hasta un reservorio de agua donde es posible almacenar 17 mil litros del recurso hídrico proveniente de las precipitaciones pluviales.
En el lugar describió que, el trabajo de cavar en el suelo, extremadamente duro, fue realizado por unas 20 personas cada día, durante tres jornadas. “Para nosotros el agua vale más que el oro y al carecer del abastecimiento, evitamos derramar una sola gota”, agregó.
“Soñamos que en el futuro cada familia tenga un reservorio de agua, porque no recibimos el respaldo necesario ni del municipio y ni de la gobernación, debe ser porque nos encontramos muy lejos, exactamente, a un kilómetro de la frontera con Perú, pero somos bolivianos y tenemos el derecho de acceder al agua”, remarcó Quispe y recordó que hace años debían caminar cada día hasta el río Suches para conseguir el líquido elemento para sus familias.
Las comunidades de Apolobamba están conscientes de que el problema de la sequía será permanente y con estas acciones del proyecto de la Fundación Teko Kavi que cuenta con el respaldo de la Cooperación de Dinamarca a través del Fondo Danés de Ayuda de Emergencia (DERF) y del Servicio Danés Internacional, pueden mejorar su forma de vida, conservar su medio ambiente, adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático en una de las zonas más olvidadas del territorio boliviano, cerca de la frontera con Perú, y donde el litro de gasolina cuesta más de 10 bolivianos todo el año.
APOYO
La invasión de la minería aurífera ilegal puede alterar los ecosistemas altoandinos.
En el Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba los habitantes de las comunidades saben que la minería aurífera ilegal se dedica a explotar oro en el río Suches, distante a un kilómetro del Distrito de Ucha Ucha y que según una información no oficial, “es posible que ya existan cuadrículas concedidas a los cooperativistas mineros al interior del área protegida”.
Respecto del ingreso de la minería aurífera en Apolobamba, los habitantes de la región son conscientes que la actividad de los cooperativistas puede afectar los ecosistemas, principalmente, contaminar el agua, pero se sienten desprotegidos sin el apoyo de las autoridades del Estado.
Algunos comunarios que no se identificaron revelaron que desde Suches hasta Wankarani están con miras de hacer minería por el alza del precio del oro, porque les parece más rentable que tener alpacas o cuidar a las vicuñas silvestres de las que se extrae su fibra para ser comercializada.
“En otros lugares algunas comunidades pretenden involucrarse con la minería aurífera ilegal, obligados por la sequía y la pérdida de su ganado de alpacas, por lo que no tienen con qué sustentarse”, comentaron en Apolobamba.
Lo habitantes de estas poblaciones que se encuentran distantes entre ellas, aproximadamente, a unos 25 kilómetros, tenían que caminar más de un kilómetro casi todos los días hasta llegar al río Suches para aprovisionarse de agua. El río que se origina en la laguna Suches a una altitud de 4.605 metros sobre el nivel del mar, se constituye en frontera con Perú con un tramo de 95 kilómetros, después se adentra por territorio boliviano en su recorrido de 79 kilómetros para desembocar finalmente en el lago Titicaca, donde llega con aguas contaminadas por la actividad minera.
Apolobamba se ubica a más de seis horas desde La Paz y no es la región más accesible de Bolivia, sin embargo, en el trayecto por los caminos de ripio que se tuercen a través de los altos pasos de montaña que retrasan el viaje, se pudo evidenciar el ingreso y salida de modernas camionetas con doble tracción en su mayoría nuevas. “Son las movilidades de los cooperativistas”, se escuchó entre los comentarios. (Edwin Conde Villarreal)
La entrada Pobladores de Apolobamba cosechan y acopian agua se publicó primero en El Diario – Bolivia.
Los habitantes de ocho comunidades del Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba, al oeste del departamento de La Paz, fueron capacitados por la Fundación Teko Kavi para enfrentar la sequía y el cambio climático con acciones que mejoraron la gestión y uso del agua, y que incluyó el armado de atrapanieblas (que captura agua
La entrada Pobladores de Apolobamba cosechan y acopian agua se publicó primero en El Diario – Bolivia.
Los habitantes de ocho comunidades del Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba, al oeste del departamento de La Paz, fueron capacitados por la Fundación Teko Kavi para enfrentar la sequía y el cambio climático con acciones que mejoraron la gestión y uso del agua, y que incluyó el armado de atrapanieblas (que captura agua de las neblinas), la construcción de reservorios para la cosecha y el acopio de agua, además de la instalación de invernaderos; sin embargo, la región que también fue reconocida por la Unesco como Reserva de la Biósfera en 1977, está siendo invadida por la actividad minera aurífera ilegal.“Ayuda Humanitaria por Sequía a Comunidades Indígenas de Apolobamba en Bolivia” es el proyecto implementado en comunidades de los municipios de Charazani y Pelechuco de las provincias Bautista Saavedra y Franz Tamayo del Departamento de La Paz con intervenciones en seguridad alimentaria y salud, pero con un mayor enfoque en el abastecimiento de agua para las comunidades, el ganado camélido (vicuñas, alpacas y llamas) y la vida silvestre que habita a unos 4.500 metros sobre el nivel del mar.La vicuña por ser un camélido silvestre, comparte su alimentación con los otros miembros de la familia camélidos presentes en los ecosistemas de Apolobamba. El área protegida que tiene más de 483 mil hectáreas, fue creada con el fin de proteger los ecosistemas altoandinos y una de las poblaciones más grandes de vicuña de Bolivia (cerca de 15.000 vicuñas).Jaime Ayra que dirige la Fundación Teko Kavi (vida buena en guaraní) explicó que “la participación de las comunidades afectadas por la sequía (desde hace cuatro años), fue esencial durante la ejecución del proyecto, porque posibilitó la interacción en la identificación de riesgos, la planificación y la preparación de la asistencia inmediata, además de la retroalimentación, que favoreció para que (los comunarios) se empoderen y aumenten su resiliencia frente al cambio climático”.Añadió que el proyecto respetó las tradiciones y costumbres de los habitantes sin imponer cambios en su vida familiar y comunitaria. “El cambio climático, la invasión de los mineros a la zona, la sequía y la carencia de agua serán recurrentes, por lo que se buscó reducir los impactos negativos y promover capacidades de adaptación a las adversidades a largo plazo en poblaciones vulnerables”, agregó.Se beneficiaron con el proyecto de Teko Kavi cinco comunidades en el municipio de Charazani (provincia Bautista Saavedra) de la Marka Suni Alpaqueros: Ch´uxña Uta, Qullpani, Muruqarqa, Chullumpini y Llauchani y en el municipio de Pelechuco en la provincia Franz Tamayo tres comunidades: Ucha Ucha Alta, Ucha Ucha Centro, Ucha Ucha Bajo.Ayra explicó que se facilitó el aprendizaje de las mejores prácticas en la cosecha de agua y el cuidado de la producción ganadera. “El conocimiento asimilado pudo ser compartido con otras comunidades, se consolidó redes y alianzas, lo que dio continuidad a la educación y se desarrolló habilidades en los jóvenes, además se fortaleció el liderazgo y la gobernanza local, y se impulsó que las mujeres tengan voz en la toma de decisiones, conscientes del cambio climático y los impactos locales”, agregó.UN FORRAJEALTERNATIVOEl dirigente de la Central Agraria del Distrito Ucha Ucha, Fortunato Mamani agradeció al equipo de Teko Kavi que llegó al lugar de madrugada, por el proyecto de agua y reconoció que en las comunidades no conocían el uso de la “pistuka” (Festuca Alta, una planta perenne de la familia de las gramíneas que se puede cultivar en la región y que se utiliza para forraje).“Es el primer año que estamos sembrando esta planta en las carpas solares, porque nos facilitaron las semillas y vamos hacer la prueba si sirve o no como forraje para nuestras alpacas y vicuñas”, aseveró.La fundación entregó como parte del proyecto, una cantidad de semillas a los habitantes del Distrito de Ucha Ucha, además de otros materiales, donde también se instalaron carpas solares como invernaderos para el cultivo de zanahoria, lechuga repollada, rábano, betarraga y nabo, hortalizas que se incluirán en la alimentación de los pobladores.Mamani afirmó que también están empezando a sembrar verduras, “están brotando las primeras lechugas y rabanitos, hay que tener empeño con las carpas solares y sólo hay que regar algunas veces”.AGUA DE LAS NUBESEl equipo de Teko Kavi, posteriormente, se trasladó hasta la comunidad Choqa Qota del municipio de Charazani y frente a la Laguna Verde revisó los cuatro atrapanieblas instalados con el apoyo de los comunarios del lugar.Edwin Barrera, uno de los lugareños muy comprometido con el proyecto, explicó que las estructuras de los atrapanieblas con un largo de 25 metros y una altura de casi dos metros tienen paneles a ambos costados que capturan el agua de las neblinas que se forman por la humedad que genera la laguna en horas de la noche y madrugada y en la parte inferior, las calaminas colocadas estratégicamente permiten que el goteo del agua sea almacenada bajo tierra.Detalló que la conexión de tuberías posibilita colectar unos cinco litros de agua de las nubes por minuto y que llena el tanque de la unidad educativa en la plaza principal de Choqa Qota, y donde también se tiene una pileta que abastece con agua todo el año a unas 500 personas de diferentes zonas.LOS ALPAQUEROSEn otro recorrido, el equipo de Teko Kavi visitó la Marka Suni Alpaqueros en el municipio de Charazani y el Mallku General, Freddy Barrera también agradeció por el proyecto que posibilitó el armado de atrapanieblas, carpas solares, sistemas para la cosecha del agua, tanques o reservorios del recurso hídrico que se instalaron en cuatro unidades educativas.El Mallku aseguró que con los atrapanieblas se tiene una alternativa para aprovisionarnos de agua, “hemos fortalecido nuestra resiliencia frente al desorden climático”.“Estamos muy conscientes que el cambio climático afecta al planeta, a nuestras comunidades, a nuestros animales, además a los pastizales y provoca la carencia del agua, pero con el proyecto que trabajamos, nos beneficiamos muchas personas”, afirmó Barrera.La reunión en Marka Suni Alpaqueros se transformó en una celebración colectiva y se degustó caldo de alpaca, una exquisitez culinaria tradicional. Humberto Llanos, otro dirigente y guardaparque de Apolobamba explicó que el único potencial económico que tienen los comunarios es la comercialización de la fibra de alpaca y vicuña.ALMACENAMIENTODE AGUAEn un último recorrido, el dirigente Beltrán Quispe de la comunidad Moro Karka condujo al equipo de Teko Kavi hasta un reservorio de agua donde es posible almacenar 17 mil litros del recurso hídrico proveniente de las precipitaciones pluviales.En el lugar describió que, el trabajo de cavar en el suelo, extremadamente duro, fue realizado por unas 20 personas cada día, durante tres jornadas. “Para nosotros el agua vale más que el oro y al carecer del abastecimiento, evitamos derramar una sola gota”, agregó.“Soñamos que en el futuro cada familia tenga un reservorio de agua, porque no recibimos el respaldo necesario ni del municipio y ni de la gobernación, debe ser porque nos encontramos muy lejos, exactamente, a un kilómetro de la frontera con Perú, pero somos bolivianos y tenemos el derecho de acceder al agua”, remarcó Quispe y recordó que hace años debían caminar cada día hasta el río Suches para conseguir el líquido elemento para sus familias.Las comunidades de Apolobamba están conscientes de que el problema de la sequía será permanente y con estas acciones del proyecto de la Fundación Teko Kavi que cuenta con el respaldo de la Cooperación de Dinamarca a través del Fondo Danés de Ayuda de Emergencia (DERF) y del Servicio Danés Internacional, pueden mejorar su forma de vida, conservar su medio ambiente, adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático en una de las zonas más olvidadas del territorio boliviano, cerca de la frontera con Perú, y donde el litro de gasolina cuesta más de 10 bolivianos todo el año.APOYOLa invasión de la minería aurífera ilegal puede alterar los ecosistemas altoandinos.En el Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba los habitantes de las comunidades saben que la minería aurífera ilegal se dedica a explotar oro en el río Suches, distante a un kilómetro del Distrito de Ucha Ucha y que según una información no oficial, “es posible que ya existan cuadrículas concedidas a los cooperativistas mineros al interior del área protegida”.Respecto del ingreso de la minería aurífera en Apolobamba, los habitantes de la región son conscientes que la actividad de los cooperativistas puede afectar los ecosistemas, principalmente, contaminar el agua, pero se sienten desprotegidos sin el apoyo de las autoridades del Estado.Algunos comunarios que no se identificaron revelaron que desde Suches hasta Wankarani están con miras de hacer minería por el alza del precio del oro, porque les parece más rentable que tener alpacas o cuidar a las vicuñas silvestres de las que se extrae su fibra para ser comercializada.“En otros lugares algunas comunidades pretenden involucrarse con la minería aurífera ilegal, obligados por la sequía y la pérdida de su ganado de alpacas, por lo que no tienen con qué sustentarse”, comentaron en Apolobamba.Lo habitantes de estas poblaciones que se encuentran distantes entre ellas, aproximadamente, a unos 25 kilómetros, tenían que caminar más de un kilómetro casi todos los días hasta llegar al río Suches para aprovisionarse de agua. El río que se origina en la laguna Suches a una altitud de 4.605 metros sobre el nivel del mar, se constituye en frontera con Perú con un tramo de 95 kilómetros, después se adentra por territorio boliviano en su recorrido de 79 kilómetros para desembocar finalmente en el lago Titicaca, donde llega con aguas contaminadas por la actividad minera.Apolobamba se ubica a más de seis horas desde La Paz y no es la región más accesible de Bolivia, sin embargo, en el trayecto por los caminos de ripio que se tuercen a través de los altos pasos de montaña que retrasan el viaje, se pudo evidenciar el ingreso y salida de modernas camionetas con doble tracción en su mayoría nuevas. “Son las movilidades de los cooperativistas”, se escuchó entre los comentarios. (Edwin Conde Villarreal)
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