<p>Hacerse un tatuaje se ha convertido en una práctica cada vez más común. Ya no se limita a símbolos con significados profundos o personales, sino que también incluye motivos estéticos, huellas de mascotas o recuerdos compartidos con amistades. Con la llegada del verano, muchas personas se preguntan si es un buen momento para tatuarse. La respuesta de los expertos es clara: <strong>sí, es posible tatuarse en esta época del año, aunque con peros. </strong></p>
Los expertos aclaran que tintarse la piel es posible si se respeta un período de recuperación sin exposición al sol ni sumergirse en la piscina o el mar
Hacerse un tatuaje se ha convertido en una práctica cada vez más común. Ya no se limita a símbolos con significados profundos o personales, sino que también incluye motivos estéticos, huellas de mascotas o recuerdos compartidos con amistades. Con la llegada del verano, muchas personas se preguntan si es un buen momento para tatuarse. La respuesta de los expertos es clara: sí, es posible tatuarse en esta época del año, aunque con peros.
Así lo explica Donís Muñoz, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). «El tatuaje se puede hacer perfectamente, pero el paciente no se podrá meter en el mar o en la piscina los días siguientes como si no hubiera pasado nada. Necesita un proceso de recuperación», advierte.
Entre sus recomendaciones se encuentran no exponerse al sol durante, como mínimo, 15 días, así como evitar la playa y la piscina. «Si una persona tiene previsto irse de vacaciones a Palma de Mallorca o a Formentera, es una estupidez que se haga un tatuaje para tener que ir cubriéndose. Si tuviera que hacerme un tatuaje, esperaría hacérmelo en otra época del año«, destaca Muñoz.
No obstante, existen diversos perfiles de personas. «Si el paciente trabaja en la oficina en el mes de agosto, y en septiembre se puede hacer perfectamente el tatuaje porque eso no le va a entorpecer su vida normal«, pone como ejemplo el portavoz de AEDV.
Una vez superado el tiempo de curación, la cicatrización de la lesión dermatológica, el tatuaje también necesitará su mantenimiento. Los pigmentos actuales, especialmente las tintas de color, son azoicos, y estos son los enemigos número uno frente al rastro rey. Los rayos ultravioletas pueden provocar una decoloración, es decir, que los tintes vivarachos pierdan intensidad.
«Esa degradación, favorecida por la radiación ultravioleta, y especialmente en caso de quemaduras solares, provoca que ese pigmento, que inicialmente se introdujo en la dermis, la segunda capa de la piel tras la epidermis (la capa más superficial), se transforme en otras sustancias. Esto incrementa el riesgo de que la persona tatuada desarrolle una reacción inflamatoria», expone este dermatólogo.
Para evitar la degradación, la solución es fácil: aplicarse frecuentemente fotoprotector e hidratarse. Los dos básicos para mantener en mejores condiciones un dibujo permanente, ya sea recién hecho o sea antiguo. Por su parte, Pablo Ortiz, jefe de Servicio de Dermatología del Hospital 12 de Octubre, aconseja, en un contenido difundido a los medios, que se proteja el tatuaje con ropa o cualquier sistema que impida la exposición solar.
«Puede ser un tipo de manga o un tipo de tela, algo que cubra y que no deje que el sol llegue, porque la crema solar no es una cueva, es simplemente un filtro que deja pasar un porcentaje de sol», advierte Ortiz. Asimismo, aconseja precaución con las cremas fotoprotectoras, ya que están pensadas para filtrar la radiación ultravioleta y no la infrarroja.
Esta última es la que calienta el tatuaje y puede llegar a provocar, en ciertos casos, quemaduras térmicas. «No se trata del enrojecimiento típico de la piel ni de las ampollas asociadas a la radiación ultravioleta», específica el dermatólogo del hospital madrileño.
Una quemadura térmica es una lesión en los tejidos provocada por el exceso de temperatura. En el caso de los tatuajes, ocurre cuando la tinta absorbe una gran cantidad de calor, se sobrecalienta y genera una lesión localizada. A diferencia de otros tipos, este tipo de quemadura se percibe caliente al tacto. Las solares, en cambio, no suelen generar esa sensación térmica.
«El color rojo se cabrea con facilidad», bromea Muñoz. De todas las reacciones de rechazo a tintas, la mayoría –en torno al 80 %– están relacionadas con el pigmento rojo, ya sea de forma total o parcial. Por ejemplo, un color naranja contiene amarillo y rojo, por lo que cualquier mezcla en la que esté presente este último puede resultar problemática.
Muñoz lo explica en primera persona: «Si yo tuviera que hacerme un tatuaje, ¿de qué color huiría? Del rojo. No porque no me guste, sino porque la experiencia nos dice que es el que tiende a inflamarse con mayor facilidad».
De la misma manera que alerta sobre el color rojo, también lanza una advertencia sobre la henna negra: «Hay que evitar los diseños corporales con esta sustancia a toda costa. No se deben hacer ni en verano ni en invierno», sentencia. Este tipo de dibujo permanente suele realizarse en puestos de veraneo, y la diana principal son los niños.
«La henna contiene una sustancia llamada parafenilendiamina, que es sensibilizante. Aunque se trate de una técnica temporal y los padres piensen que es absolutamente inofensiva, no es cierto», indica Muñoz.
Si un niño se tatúa con henna negra y desarrolla alergia, su cuerpo recordará esa sensibilidad. Y, si en un futuro se quiere teñir el pelo, cuyo producto suelen tener parafenilendiamina, no podrá porque sufrirá una reacción alérgica severa.
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