<p>Las inundaciones y destrucción de infraestructuras provocadas por la DANA en distintos puntos de la <strong>Comunidad Valenciana</strong> «pueden tener una influencia negativa en la salud a medio plazo». Así lo ha señalado este sábado la Conselleria de Sanidad de la Generalitat Valenciana en un comunicado.</p>
La falta de acceso al agua potable y el hecho de que los sistemas de alcantarillado estén desbordados puede favorecer la proliferación de patógenos
Las inundaciones y destrucción de infraestructuras provocadas por la DANA en distintos puntos de la Comunidad Valenciana «pueden tener una influencia negativa en la salud a medio plazo». Así lo ha señalado este sábado la Conselleria de Sanidad de la Generalitat Valenciana en un comunicado.
Entre los principales riesgos a los que se enfrenta la población, la exposición a posibles enfermedades infecciosas es uno de los más destacados.
«España tiene una salud pública y un sistema de prevención muy potente que permite el control de muchas enfermedades, como las que se vehiculizan por el agua. Sin embargo, en una circunstancia como esta, en la que se han visto afectados los sistemas de saneamiento y el acceso al agua potable puede producirse un riesgo de infección», señala María Velasco, especialista en enfermedades infecciosas y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
La especialista detalla que las infecciones que con más frecuencia pueden aumentar en situaciones como la que viven las poblaciones afectadas por la DANA «son las que se asocian a la ingesta de agua o comida contaminada, las provocados por patógenos como E. coli, Salmonella, Shigella, etc, que pueden provocar cuadros de gastroenteritis de mayor o menor severidad». En la gravedad de la infección influye no solo la cantidad de bacterias que se ingiera, sino también la situación de la persona afectada, aclara. «Si es una persona que tiene las defensas bajas, tiene inmunosupresión por cualquier motivo o se trata de personas muy ancianas o niños muy pequeños, los cuadros pueden ser más severos».
La falta de acceso al agua potable y el hecho de que los sistemas de alcantarillado estén desbordados «es un potencial foco de infecciones», coincide Antoni Trilla, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y decano de la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona que, además de los citados, señala el riesgo de transmisión de otros patógenos, como los que provocan la hepatitis A, si bien recuerda que existe cierta protección entre la población frente a este virus debido a la vacuna disponible y la exposición previa entre las personas más mayores.
«Hay diversos patógenos que pueden transmitirse por agua contaminada y en una inundación, donde se pueden alterar o rebosar los sistemas de saneamiento, se eleva el riesgo de esta contaminación. Por ello, es muy importante mantener y recuperar el suministro de agua limpia y segura para beber, cocinar, lavar, además de suministro de electricidad y de alimentos, además de jabón y otros productos básicos de limpieza», añade, en la misma línea João Forjaz, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
«La comida estropeada supone un riesgo de enfermedades gastrointestinales, por lo que se deben desechar los alimentos que hayan estado en contacto con agua de las inundaciones, comer alimentos cocinados o pelados si son de consumo crudo, además de lavarse las manos antes de cocinar y antes de comer. Se debe priorizar el suministro de alimentos, así como el de electricidad u otras fuentes energéticas para cocinarlos, no usar agua de las inundaciones, y mantener el suministro de agua segura», aconseja.
Los expertos consultados coinciden en señalar que el riesgo de que se produzcan epidemias como las que se han desencadenado tras catástrofes en otras zonas del planeta «es muy poco probable». En primer lugar porque en España no circulan habitualmente patógenos como el del cólera o el tifus.
«En España no tenemos cólera. No se puede descartar la posibilidad al 100% de una infección, porque podría ser que justo hubiera alguien con patología infectada y se produjera una contaminación, pero la probabilidad es muy baja. Las probabilidades de que eso pasara son excepcionales», señala Velasco.
«Para que haya transmisión, el patógeno tiene que estar presente y afortunadamente en España no tenemos riesgo de cólera o tifus. La última epidemia de tifus en España fue en primavera de 1941, y después de eso hemos tenido muchas inundaciones. Es más probable la contaminación por bacterias causantes de gastroenteritis como Escherichia coli y similares», añade también Forjaz, quien recuerda que «los cadáveres no causan epidemias».
«En los riesgos en los que en mayor medida habría que pensar ahora mismo son los provocados por patógenos que pueden causar cuadros de gastroenteritis, en episodios que no lleguen a constituir una epidemia», señala también Trilla, que confía en que pronto pueda restablecerse el acceso al agua potable y la gestión de las aguas fecales.
A estas enfermedades que pueden causar cuadros de gastroenteritis, Velasco añade una enfermedad zoonótica que hay que tener en cuenta cuando hay aguas estancadas o mal potabilizadas. Se trata de la leptospirosis, una enfermedad bacteriana que se transmite principalmente a través del contacto con agua contaminadacon orina de animales infectados, principalmente roedores.
«Si está en el agua, puede penetrar la piel de de una persona que entre en contacto con ella. También es poco probable, pero hay que tener en cuenta a esta bacteria que produce un cuadro de fiebre y en algunos casos puede afectar al hígado y al sistema nervioso central», señala.
La leptospirosis «supone un riesgo posible», indica Forjaz, pero «es un riesgo bajo», subraya.
«Básicamente, hay que evitar entrar en contacto con la orina de animales infectados y el uso de botas impermeables supone una buena protección. Por eso, en las zonas en contacto con agua de las inundaciones es importante usar agua tratada: agua embotellada, del suministro de la red pública si no está cortado, o de agua que se haya traído de las zonas circundantes que no estén afectadas. El agua, la comida y la basura se deben poner en envases cerrados, para mantener los roedores alejados», añade.
Más allá de las consecuencias inmediatas, a medio plazo, indican Velasco y Trilla, también habrá que vigilar cómo ha podido influir la acumulación de agua y las inundaciones a la población de mosquitos. «Aunque las condiciones no son las más idoneas para la cría, podría darse una cierta proliferación de mosquitos que son vectores de enfermedades, una circunstancia a la que habría que dar seguimiento», comentan.
«A las personas que están ayudando en las tareas de limpieza se les recomienda usar botas y guantes con los que no deben tocarse la cara ni el móvil ni nada que vaya a estar en contacto con boca y mucosas», apunta María del Mar Tomás, especialista en Microbiología y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). «Si es posible, habría que intentar trabajar siempre con mascarilla e incluso con gafas de protección de los ojos para minimizar riesgos», añade Tomás, quien recuerda «hay que evitar también el agua contaminada si tenemos heridas que pueden infectarse» por los patógenos citados u otros como el del tétanos.
Es asimismo fundamental no consumir agua cuya potalización no esté asegurada, así como no ingerir ningún alimento que pueda haber estado en contacto directo con el agua de la inundación, «salvo latas y envases impermeables, que se deberán secar durante al menos una hora antes de abrirlos o guardarlos», señala la Generalitat en el citado comunicado.
Las recomendaciones del gobierno valenciano recuerdan además que los niños, las mujeres embarazadas y las personas con problemas respiratorios, como asma, o con el sistema inmunitario debilitado no deben participar en las tareas de limpieza.
La ministra de Sanidad, Mónica García, ha señlado en X que «ahora mismo lo imprescindible es que se garantice la salubridad de la zona y, para ello, vamos a intensificar los contactos y coordinación con los órganos responsables de Salud Pública de la Generalitat Valenciana para garantizar que pasada la fase hiperaguda no aparecen situaciones evitables de enfermedades transmisibles».
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