<p>Las <strong>velas aromáticas</strong> crean una «atmósfera mágica», sobre todo durante las fiestas de Navidad, pero puede que no sean tan inofensivas para nuestra salud como pensamos. Y es que su combustión produce varias reacciones químicas que pueden ser muy perjudiciales y más si poseen fragancias y colorantes artificiales.</p>
Encenderlas en casa es un hábito potencialmente dañino, especialmente para personas con problemas respiratorios y el riesgo de emisiones tóxicas es mayor cuando son perfumadas y/o coloreadas
Las velas aromáticas crean una «atmósfera mágica», sobre todo durante las fiestas de Navidad, pero puede que no sean tan inofensivas para nuestra salud como pensamos. Y es que su combustión produce varias reacciones químicas que pueden ser muy perjudiciales y más si poseen fragancias y colorantes artificiales.
Las que más preocupan son las hechas con parafina, un subproducto de bajo coste que se obtiene principalmente del refinado del petróleo. Y aunque existen pocos estudios sobre las emisiones de las velas o sus posibles efectos en la salud humana, según los expertos, los riesgos pueden depender de varios factores: el tipo y calidad de la vela, la frecuencia y duración de su combustión, el flujo de aire en el ambiente en el que se quema y su estado de salud.
Cuando se quema una vela de parafina, se liberan compuestos orgánicos volátiles (COV), gases que se propagan rápidamente en el aire a temperatura ambiente. Algunos son dañinos en sí mismos, mientras que otros pueden reaccionar con otros gases y formar contaminantes.
Uno de los COV que suelen emitir las velas es el tolueno, un hidrocarburo que tiene un olor distintivo y se encuentra naturalmente en el petróleo crudo. Se trata de una toxina cuyos límites de exposición están establecidos por las agencias reguladoras ya que en exceso puede provocar mareos, dolores de cabeza o efectos más graves en caso de contacto prolongado.
El benceno, un carcinógeno conocido, es otro COV liberado por las velas de parafina. La exposición prolongada a esta sustancia química está relacionada con enfermedades de la sangre, incluida la leucemia. Si se inhala, el benceno puede irritar el tracto respiratorio. Las velas de parafina también emiten hidrocarburos aromáticos policíclicos que contienen formaldehído, otro carcinógeno humano conocido.
«Varios estudios han evaluado las emisiones de las velas en interiores y hogares, mostrando que la quema contribuye a la mala calidad del aire y aumenta el riesgo de exposición por inhalación a sustancias químicas preocupantes», dijo a CNN Sarah Evans, profesora asistente en medicina ambiental y ciencia climática en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.
Se ha descubierto que las concentraciones de COV encontradas en algunos estudios con velas son insignificantes en comparación con los niveles considerados inseguros, sin embargo, otra investigación sugiere lo contrario. En un estudio de 2015, la concentración de formaldehído emitida por una vela encendida con aroma a fresa ascendió a 2.098 partes por mil millones, superando con creces el rango de 0 a 400 partes por mil millones considerado aceptable. Una vela encendida con aroma a kiwi y melón tenía una concentración total de emisiones de 12.742 partes por mil millones. Pero, aún es más preocupante ya que según el mismo estudio, las velas pueden emitir toxinas incluso cuando no están encendidas.
El riesgo de emisiones tóxicas es mayor cuando las velas están perfumadas y/o coloreadas ya que las fragancias artificiales contienen COV, incluidos los ftalatos, relacionados con problemas de aprendizaje y de comportamiento, obesidad y alteraciones del desarrollo del sistema reproductivo.
Las velas sin perfume también provocan concentraciones importantes de toxinas, pero en menores cantidades que las velas con sabores.
Las velas hechas con cera de soja, cera de abejas o estearina se consideran más saludables, pero en realidad cualquier cosa que se queme emite partículas o productos químicos nocivos, por lo que estas velas también liberan COV al aire.
Por otro lado, no existe ninguna normativa que exija un etiquetado completo del contenido de las velas. En definitiva, hay evidencia suficiente de que encender velas en casa es un hábito potencialmente perjudicial para la salud, especialmente para personas con problemas respiratorios como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Para aquellos que realmente no quieren prescindir de velas en casa debería seguir estas premisas: elija velas de buena calidad, etiquetadas como 100% cera de soja, cera de abejas o cera de estearina, libres de ftalatos; asegúrese de que la mecha sea de algodón, madera o sintética; evite velas de colores; cierre la vela con la tapa cuando no esté en uso; queme velas en un área bien ventilada para reducir la contaminación y mantener la ventilación incluso después de apagarlas; no utilice velas que emitan un denso humo negro; evitar las velas aromáticas porque pueden provocar dolores de cabeza, irritación del sistema respiratorio o de los ojos; no encienda velas cerca de niños, mujeres embarazadas o personas con problemas respiratorios.
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