Hay muchas leyendas en torno al rock y al heavy metal, la gran mayoría, de dudosa credibilidad. Pero por encima de todas está el episodio de Ozzy Osbourne y el murciélago. Fue a principios de los años ochenta, cuando, durante una actuación, el vocalista, fallecido ayer a los 76 años, arrancó de un mordisco la cabeza de un murciélago que le habían arrojado al escenario creyendo que era de goma. Aunque era real y tuvo que ser tratado contra la rabia.
Leyenda urbana o realidad, lo cierto es que Ozzy Osbourne nunca desmintió el episodio y lo integró dentro de su particular mitología, en la que se mezclaban a partes iguales la estética de terror y el rock más duro, logrando convertirse en un icono del heavy metal para distintas generaciones y ganándose el sobrenombre de “Príncipe de las Tinieblas”.
En ese camino no faltaron los excesos con las drogas y el alcohol, pero de la mano de su mujer, Sharon Osbourne, supo reconducir su carrera hasta alcanzar el reconocimiento global, incluyendo el de estrella de televisión a principios de siglo con el reality show The Osbournes. Hace solo unos días, destacadas figuras del heavy metal le tributaron un sentido homenaje en su Birmingham natal, en la que fue su última actuación, un colofón perfecto para una de las carreras más exitosas de la historia del rock’n’roll, con millones de discos vendidos.
ESTRELLA DEL ROCK
John Michael Osbourne nació el 3 de diciembre de 1948; era el cuarto de seis hijos de una familia trabajadora de Aston, Birmingham, en el centro de Inglaterra. Apodado “Ozzy” desde niño, luchó contra la dislexia y dejó la escuela a los 15 años, cuando empezó a alternar trabajos como aprendiz de fontanero o carnicero con una incipiente carrera como delincuente, por la que tuvo que cumplir una condena por robo.
“Cuando era joven, si me hubieras puesto contra la pared con los demás chicos de mi calle y preguntado cuál de nosotros llegaría a los 60 años, con cinco hijos, cuatro nietos y casas en Buckinghamshire y California, no habría apostado por mí, ni de puta casualidad”, aseguró el vocalista en su autobiografía, Yo soy Ozzy, publicada en 2010.
Fue la música rock la que cambió la vida de Osbourne quien, tras militar en algunos grupos como cantante, se reunió con el guitarrista Tony Iommy, el bajista Terence “Geezer’’ Butler y el batería Bill Ward en una banda llamada Earth que a mediados de 1969 se convirtió finalmente en Black Sabbath.
En su primer disco, el homónimo Black Sabbath (1970), la banda puso los cimientos del género que se conocería como heavy metal: guitarras pesadas, ritmos contundentes, el tono chillón de la voz de Ozzy Osbourne y un imaginario fantástico y de terror que inspiraron a toda una generación de músicos.
Aunque la crítica no comprendió la propuesta de Sabbath, aquel primer disco sí tuvo una buena acogida entre el público y les otorgó una popularidad que se vio refrendada con su siguiente lanzamiento, Paranoid (1970), que contiene algunas de las canciones más importantes de la banda británica, como “War pigs”, “Iron man” o la propia “Paranoid”.
ÉXITOS Y EXCESOS
El ascenso del grupo fue paralelo a su caída en el mundo de las drogas y el alcohol, sobre todo en el caso de Ozzy Osbourne, que en 1971 se casó por primera vez con Thelma Malfayr, matrimonio del que tuvo dos hijos, Jessica y Louis. Años después reconocería que su dependencia en aquellos años era tal que no recordaba dónde habían nacido sus hijos.
Black Sabbath siguió grabando discos de gran nivel en la primera mitad de los setenta, como Master of reality (1971), Vol. 4 (1972), Sabbath bloody sabbath (1973) y Sabotage (1974). A partir de Technical Ecstasy (1976) el nivel bajó de manera alarmante y aparecieron las disputas internas, lo que se solventó con la salida de Ozzy de la banda. Sin embargo, el vocalista regresó para grabar Never say die (1978), la ruptura se produjo de forma definitiva pocos meses después.
EN SOLITARIO
Tras divorciarse de su primera mujer y de la mano de su manager, Sharon Arden, que pronto se convertiría en su esposa, Ozzy inició su carrera en solitario con el disco Blizzard of Ozz (1980), que se convirtió en un enorme éxito gracias a temas como «Crazy train» o «Mr. Crowley» y a la habilidad de un jovencísimo guitarrista, Randy Rhoads, que revolucionó el mundo del heavy metal con su pericia.
El 19 de marzo de 1982 se produjo la trágica muerte de Rhoads, que falleció en un accidente de avioneta durante la gira de presentación del segundo disco de Osbourne en solitario, Diary of a madman. El suceso provocó en el cantante una gran depresión pero, tras suspender provisionalmente la gira, regresó a los escenarios y siguió grabando discos de gran impacto durante toda la década de los ochenta y los noventa, años en los que se consolidó como la gran figura del género heavy metal.
No obstante, el “Madman”, otro de sus apodos, también tuvo en aquellos años enfrentamientos con la justicia, acusado de satanismo y de incitar a los jóvenes al suicidio con su música, circunstancias que le llevaron ante los tribunales, aunque de todas salió indemne.
Ozzy y Sharon Osbourne mostraron siempre una gran capacidad para los negocios. Suya fue la idea de crear a finales de los noventa el festival Ozzfest, todo un referente para el género metálico. Además, impulsaron reuniones puntuales con los otros miembros de Black Sabbath que supusieron enormes beneficios económicos.
DESPEDIDA PERFECTA
Más allá de los escenarios, la figura de Ozzy Osbourne gozó de una nueva popularidad a partir del año 2002 con el show The Osbournes que la MTV emitió durante varias temporadas, en el que las cámaras mostraban al envejecido mito del heavy metal deambulando en chándal por su casa, diciendo tacos y mostrando perplejidad ante las ocurrencias de su familia: su mujer y sus hijos, Kelly y Jack.
En 2019 comenzó a sufrir problemas de salud, con una neumonía que le llevó a la UCI y le obligó a cancelar su gira de ese año, una situación que se complicó a causa de un accidente doméstico. Poco después, el músico reveló que había sido diagnosticado con párkinson.
Su deterioro de salud complicó la vuelta a los escenarios, que finalmente se anunció para el 5 de julio pasado, en un gran show de despedida en el que Ozzy Osbourne volvería a actuar con sus compañeros de Black Sabbath. Fue en un multitudinario concierto en el estadio Villa Park de Birmingham, denominado Back to the begginings, en el que participaron bandas como Guns N’Roses, Metallica, Pantera o Anthax y músicos como Steven Tyler (Aerosmith), Ron Wood (Rolling Stones), Tom Morello (Rage Against The Machine), Billy Corgan (The Smashing Pumpkins) o Sammy Hagar (Van Halen).
Vestido completamente de negro y sin poder moverse por los temblores, Ozzy Osbourne cantó sus grandes éxitos sentado en un trono decorado con murciélagos y calaveras. “Os quiero”, gritó como despedida a los fans al final del concierto.
La despedida perfecta para un personaje cuyo nombre siempre estará ligado, por derecho propio, al del heavy metal, un género al que dio a luz y que, con su estética y sus propuestas, fue redefiniendo a lo largo de más de cinco décadas. (RTVE.es)

La entrada Ozzy Osbourne, leyenda del heavy metal y fundador de Black Sabbath se publicó primero en El Diario – Bolivia.
Hay muchas leyendas en torno al rock y al heavy metal, la gran mayoría, de dudosa credibilidad. Pero por encima de todas está el episodio de Ozzy Osbourne y el murciélago. Fue a principios de los años ochenta, cuando, durante una actuación, el vocalista, fallecido ayer a los 76 años, arrancó de un mordisco la
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Hay muchas leyendas en torno al rock y al heavy metal, la gran mayoría, de dudosa credibilidad. Pero por encima de todas está el episodio de Ozzy Osbourne y el murciélago. Fue a principios de los años ochenta, cuando, durante una actuación, el vocalista, fallecido ayer a los 76 años, arrancó de un mordisco la cabeza de un murciélago que le habían arrojado al escenario creyendo que era de goma. Aunque era real y tuvo que ser tratado contra la rabia.
Leyenda urbana o realidad, lo cierto es que Ozzy Osbourne nunca desmintió el episodio y lo integró dentro de su particular mitología, en la que se mezclaban a partes iguales la estética de terror y el rock más duro, logrando convertirse en un icono del heavy metal para distintas generaciones y ganándose el sobrenombre de “Príncipe de las Tinieblas”.
En ese camino no faltaron los excesos con las drogas y el alcohol, pero de la mano de su mujer, Sharon Osbourne, supo reconducir su carrera hasta alcanzar el reconocimiento global, incluyendo el de estrella de televisión a principios de siglo con el reality show The Osbournes. Hace solo unos días, destacadas figuras del heavy metal le tributaron un sentido homenaje en su Birmingham natal, en la que fue su última actuación, un colofón perfecto para una de las carreras más exitosas de la historia del rock’n’roll, con millones de discos vendidos.
ESTRELLA DEL ROCK
John Michael Osbourne nació el 3 de diciembre de 1948; era el cuarto de seis hijos de una familia trabajadora de Aston, Birmingham, en el centro de Inglaterra. Apodado “Ozzy” desde niño, luchó contra la dislexia y dejó la escuela a los 15 años, cuando empezó a alternar trabajos como aprendiz de fontanero o carnicero con una incipiente carrera como delincuente, por la que tuvo que cumplir una condena por robo.
“Cuando era joven, si me hubieras puesto contra la pared con los demás chicos de mi calle y preguntado cuál de nosotros llegaría a los 60 años, con cinco hijos, cuatro nietos y casas en Buckinghamshire y California, no habría apostado por mí, ni de puta casualidad”, aseguró el vocalista en su autobiografía, Yo soy Ozzy, publicada en 2010.
Fue la música rock la que cambió la vida de Osbourne quien, tras militar en algunos grupos como cantante, se reunió con el guitarrista Tony Iommy, el bajista Terence “Geezer’’ Butler y el batería Bill Ward en una banda llamada Earth que a mediados de 1969 se convirtió finalmente en Black Sabbath.
En su primer disco, el homónimo Black Sabbath (1970), la banda puso los cimientos del género que se conocería como heavy metal: guitarras pesadas, ritmos contundentes, el tono chillón de la voz de Ozzy Osbourne y un imaginario fantástico y de terror que inspiraron a toda una generación de músicos.
Aunque la crítica no comprendió la propuesta de Sabbath, aquel primer disco sí tuvo una buena acogida entre el público y les otorgó una popularidad que se vio refrendada con su siguiente lanzamiento, Paranoid (1970), que contiene algunas de las canciones más importantes de la banda británica, como “War pigs”, “Iron man” o la propia “Paranoid”.
ÉXITOS Y EXCESOS
El ascenso del grupo fue paralelo a su caída en el mundo de las drogas y el alcohol, sobre todo en el caso de Ozzy Osbourne, que en 1971 se casó por primera vez con Thelma Malfayr, matrimonio del que tuvo dos hijos, Jessica y Louis. Años después reconocería que su dependencia en aquellos años era tal que no recordaba dónde habían nacido sus hijos.
Black Sabbath siguió grabando discos de gran nivel en la primera mitad de los setenta, como Master of reality (1971), Vol. 4 (1972), Sabbath bloody sabbath (1973) y Sabotage (1974). A partir de Technical Ecstasy (1976) el nivel bajó de manera alarmante y aparecieron las disputas internas, lo que se solventó con la salida de Ozzy de la banda. Sin embargo, el vocalista regresó para grabar Never say die (1978), la ruptura se produjo de forma definitiva pocos meses después.
EN SOLITARIO
Tras divorciarse de su primera mujer y de la mano de su manager, Sharon Arden, que pronto se convertiría en su esposa, Ozzy inició su carrera en solitario con el disco Blizzard of Ozz (1980), que se convirtió en un enorme éxito gracias a temas como «Crazy train» o «Mr. Crowley» y a la habilidad de un jovencísimo guitarrista, Randy Rhoads, que revolucionó el mundo del heavy metal con su pericia.
El 19 de marzo de 1982 se produjo la trágica muerte de Rhoads, que falleció en un accidente de avioneta durante la gira de presentación del segundo disco de Osbourne en solitario, Diary of a madman. El suceso provocó en el cantante una gran depresión pero, tras suspender provisionalmente la gira, regresó a los escenarios y siguió grabando discos de gran impacto durante toda la década de los ochenta y los noventa, años en los que se consolidó como la gran figura del género heavy metal.
No obstante, el “Madman”, otro de sus apodos, también tuvo en aquellos años enfrentamientos con la justicia, acusado de satanismo y de incitar a los jóvenes al suicidio con su música, circunstancias que le llevaron ante los tribunales, aunque de todas salió indemne.
Ozzy y Sharon Osbourne mostraron siempre una gran capacidad para los negocios. Suya fue la idea de crear a finales de los noventa el festival Ozzfest, todo un referente para el género metálico. Además, impulsaron reuniones puntuales con los otros miembros de Black Sabbath que supusieron enormes beneficios económicos.
DESPEDIDA PERFECTA
Más allá de los escenarios, la figura de Ozzy Osbourne gozó de una nueva popularidad a partir del año 2002 con el show The Osbournes que la MTV emitió durante varias temporadas, en el que las cámaras mostraban al envejecido mito del heavy metal deambulando en chándal por su casa, diciendo tacos y mostrando perplejidad ante las ocurrencias de su familia: su mujer y sus hijos, Kelly y Jack.
En 2019 comenzó a sufrir problemas de salud, con una neumonía que le llevó a la UCI y le obligó a cancelar su gira de ese año, una situación que se complicó a causa de un accidente doméstico. Poco después, el músico reveló que había sido diagnosticado con párkinson.
Su deterioro de salud complicó la vuelta a los escenarios, que finalmente se anunció para el 5 de julio pasado, en un gran show de despedida en el que Ozzy Osbourne volvería a actuar con sus compañeros de Black Sabbath. Fue en un multitudinario concierto en el estadio Villa Park de Birmingham, denominado Back to the begginings, en el que participaron bandas como Guns N’Roses, Metallica, Pantera o Anthax y músicos como Steven Tyler (Aerosmith), Ron Wood (Rolling Stones), Tom Morello (Rage Against The Machine), Billy Corgan (The Smashing Pumpkins) o Sammy Hagar (Van Halen).
Vestido completamente de negro y sin poder moverse por los temblores, Ozzy Osbourne cantó sus grandes éxitos sentado en un trono decorado con murciélagos y calaveras. “Os quiero”, gritó como despedida a los fans al final del concierto.
La despedida perfecta para un personaje cuyo nombre siempre estará ligado, por derecho propio, al del heavy metal, un género al que dio a luz y que, con su estética y sus propuestas, fue redefiniendo a lo largo de más de cinco décadas. (RTVE.es)

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