<p>Tomar habitualmente comida ultraprocesada no solo puede aumentar las probabilidades de sufrir cáncer o una enfermedad cardiovascular, tal y como han demostrado numerosas investigaciones. Este hábito también podría adelantar los <strong>signos tempranos del párkinson</strong>, según señala un nuevo estudio publicado en la revista <a href=»https://www.neurology.org/» target=»_blank»><i>Neurology</i></a>. </p>
Una investigación asocia el consumo habitual de este tipo de productos con un mayor riesgo de síntomas precoces de la enfermedad neurodegenerativa
Tomar habitualmente comida ultraprocesada no solo puede aumentar las probabilidades de sufrir cáncer o una enfermedad cardiovascular, tal y como han demostrado numerosas investigaciones. Este hábito también podría adelantar los signos tempranos del párkinson, según señala un nuevo estudio publicado en la revista Neurology.
«Llevar una dieta saludable es crucial y se ha asociado con un menor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas. Las elecciones alimenticias que tomamos hoy pueden influir significativamente en nuestra salud cerebral en el futuro», ha señalado Xiang Gao, investigador de la Universidad Fudan de Shanghai (China) y líder del trabajo en un comunicado, quien subraya que «hay cada vez más evidencias de que la alimentación puede incluir en el desarrollo del párkinson. Nuestra investigación muestra que tomar mucha comida procesada, como refrescos azucarados y aperitivos, puede acelerar los signos tempranos del párkinson».
El equipo de Gao realizó un seguimiento durante 26 años a una muestra de 42.853 personas con una edad media de 48 años al inicio de la investigación que no tenían párkinson cuando arrancó el estudio.
Entre otras variables, los científicos analizaron la aparición de síntomas prodrómicos de la enfermedad, signos iniciales del trastorno que pueden darse años o incluso décadas antes de que se inicien los síntomas más característicos de la neurodegeneración, como los temblores, los problemas de equilibrio o los movimientos lentos. Entre los signos tempranos se han descrito alteraciones como la pérdida de olfato, los trastornos del sueño, el estreñimiento o la apatía.
Además, también sometieron a chequeos periódicos a los participantes, que también debían completar cuestionarios sobre su bienestar o sus hábitos, lo que incluía una recopilación de sus opciones alimenticias habituales.
Con esos datos en la mano, los investigadores estimaron cuántos productos ultraprocesados tomaba cada participante, de media, al día, teniendo en cuenta categorías como dulces, salsas snacks, refrescos azucarados, postres lácteos, salchichas, etc
Después, dividieron a la muestra en cinco grupos. En el más aficionado a los ultraprocesados, los participantes tomaban al menos 11 raciones de comida ultraprocesada al día. En el grupo con menos consumo, los miembros comían menos de tres raciones de ultraprocesados al día.
Tras tener en cuenta factores como la edad, la actividad física que realizaban o si eran o no fumadores, los investigadores hallaron que los participantes que tomaban 11 o más raciones de ultraprocesados al día tenían un riesgo 2,5 veces más altos de presentar tres o más signos tempranos de párkinson que aquellos que consumían menos de tres raciones de estos productos al día.
«Optar por tomar menos comida procesada y más alimentos completos y nutritivos podría ser una buena estrategia para mantener una buena salud cerebral», ha señalado Gao. El investigador recuerda que su trabajo no permite establecer una relación causal entre el consumo de este tipo de comida y la enfermedad neurodegenerativa y reclama nuevos trabajos que confirmen sus resultados.
Una limitación importante de su trabajo, reconoce, es que el consumo de comida ultraprocesada se midió a través de cuestionarios autocompletados por los participantes, por lo que podría haber sesgos en el registro de los datos.
Las evidencias sobre los perjuicios para la salud son extensas. La última investigación al respecto, publicada la semana pasada en la revista American Journal of Preventive Medicine, mostró que por cada 10% de alimentos ultraprocesados que incluimos en la dieta diaria, sumamos un 3% más de riesgo de mortalidad.
«Evaluar las muertes por todas las causas asociadas su ingesta permite hacer una estimación global del efecto del procesado industrial de alimentos sobre la salud», señaló Eduardo Augusto Fernandes Nilson, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz, Brasil), autor principal del estudio, quien recordó que el porcentaje de muertes prevenibles prematuras por todas las causas al elegir ultraprocesados puede variar del 4% en los países con menor consumo a casi el 14% en los de mayor ingesta.
«Este nuevo trabajo, siguiendo una metodología científica muy sólida, nos aporta nueva evidencia para pensar que aquello con los que nos alimentamos hoy tendrá consecuencias para nuestra salud mental mañana», ha señalado sobre la investigación en declaraciones a SMC España Maira Bes-Rastrollo, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, co-coordinadora del grupo de trabajo de la Sociedad Española de Epidemiología y miembro de CIBERobn
«El hecho de analizar los signos prodrómicos no motores del párkinson es una ventaja, ya que estos aparecen diez o veinte años antes que el diagnóstico clínico, lo que proporciona una oportunidad para llevar a cabo intervenciones tempranas para prevenir el desarrollo de párkinson. No obstante, sería deseable disponer de otros estudios que también observen una relación entre el consumo de ultraprocesados y la incidencia del diagnóstico de enfermedad de Parkinson, no solo con los primeros signos no motores de la enfermedad», ha añadido la investigadora, quien ha subrayado que «de todas formas, estos resultados siguen apoyando la necesidad de desalentar el consumo de alimentos ultraprocesados, no solo por su mayor riesgo con las enfermedades metabólicas, sino también con las enfermedades mentales y la necesidad de seguir promocionando en la población la dieta mediterránea, basada en alimentos mínimamente procesados con un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y aceite de oliva».
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