<p>Las <strong>alucinaciones auditivas</strong>, a menudo en forma de voces intimidantes, es uno de los síntomas característicos en las personas con <strong>psicosis</strong> y cuando no se controla suponen un importante deterioro en su calidad de vida.</p>
Una intervención virtual permite a las personas con alucinaciones auditivas enfrentarse a las voces para ganar confianza y control sobre ellas
Las alucinaciones auditivas, a menudo en forma de voces intimidantes, es uno de los síntomas característicos en las personas con psicosis y cuando no se controla suponen un importante deterioro en su calidad de vida.
Un innovador sistema virtual intenta mejorar el control de esas alucinaciones verbales utilizando avatares que los pacientes asocian a las voces que oyen. De esta forma, pueden interactuar con una encarnación digital de la voz; la intervención, guiada por un terapeuta, les ayuda a corto plazo a reducir la angustia que les causan las alucinaciones.
Así lo ha explicado Philippa Garety, profesora de Psicología Clínica del King’s College de Londres (KCL), y una de las principales autoras del estudio clínico que se ha llevado a cabo en Reino Unido para analizar la eficacia de la intervención, y cuyos resultados se publican hoy en la revista científica Nature Medicine.
«Oír voces que otras personas no pueden oír puede ser una experiencia que genera aislamiento. En la psicosis, las voces pueden ser abusivas o profundamente intimidatorias, e impactan gravemente en la vida diaria de las personas, dificultando que funcionen con normalidad cuando la voz les ataca. A menudo, además, las voces se perciben como una presencia poderosa y casi omnisciente. Parece que saben lo que la persona está pensando y sintiendo», ha expuesto durante la presentación a los medidos del estudio. «Las intervenciones existentes, que incluyen medicación y terapias psicológicas, tienen una eficacia limitada», ha reconocido.
Con el objetivo de disponer de nuevas herramientas que contribuyan a aminorar esos síntomas, Garety junto a otros investigadores del KCL han realizado un ensayo controlado aleatorizado con 345 participantes de todo Reino Unido, en los que se evaluó la terapia virtual, denominada Avatar.
El abordaje, según ha detallado Thomas Ward, psicólogo del KCL y responsable clínico de la terapia Avatar, utiliza «una encarnación digital de la principal voz angustiosa que oye la persona. El paciente puede personalizar el avatar para elegir cómo se ve y suena conforme a su percepción. A continuación, participa en una serie de diálogos cara a cara, asistidos por un terapeuta, en los que aprende a recuperar el poder, la confianza y el control ante la voz».
En uno de los ejemplos que se han compartido sobre la intervención, una paciente escuchaba decir a su avatar, de aspecto y voz intimidantes, que se quedara en su habitación: «Nadie te quiere por aquí», le espetaba el personaje desde el ordenador. Ella se enfrentaba a él y le contestaba que no era quién para decirle lo que tenía que hacer, ni le haría más caso: «¡No eres más que un matón!».
En este ensayo, Avatar2, se ha comparado una versión breve de la intervención (seis sesiones para potenciar la asertividad y autoestima ante las voces) frente a otra ampliada (12 sesiones, en las que se incluían una serie de diálogos más personalizados basados en la historia vital de los participantes); ambas intervenciones, añadidas a la terapia habitual, se han cotejado también frente al tratamiento habitual solo.
En resumen, la terapia Avatar obtuvo mejoras clínicamente significativas en los niveles de angustia y gravedad a corto plazo (16 semanas) frente al tratamiento habitual solo, pero a la larga (a las 28 semanas) ninguna fue superior al tratamiento convencional. No obstante, como ha destacado la profesora Garety, el uso de la versión ampliada redujo la frecuencia de las voces a las 28 semanas.
Ambas formas de la terapia Avatar se asociaron con mejoras en el estado de ánimo y la ansiedad a las 16 semanas y con mejoras sostenidas en el bienestar y la recuperación, exponen los investigadores en el estudio. En general, la forma extendida mostró una gama más amplia de efectos positivos y estos tendieron a ser más duraderos, por lo que los investigadores consideran que la intervención en combinación con el tratamiento estándar puede conducir a mejoras en los síntomas asociados a las alucinaciones auditivas.
Como ha recordado Ward, la terapia Avatar es una intervención ideada por el fallecido Julian Leff, profesor de Ciencias de la Salud Mental del University College de Londres (UCL), quien lo probó por primera vez en un estudio piloto en 2013 con unos resultados que impulsaron la continuidad de la investigación.
El ensayo actual se encuentra financiado por el Wellcome, la organización benéfica de investigación biomédica. El Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) británico, un organismo de evaluación independiente, ha aprobado la terapia Avatar para que se incluya como una opción en sistema nacional de salud inglés, a la espera de que se obtengan más evidencias sobre su utilidad. Además, a raíz del ensayo, Wellcome apoya el desarrollo de una versión de esta herramienta adaptada a la India y Etiopía.
Los resultados del ensayo se acogen con tibieza por parte de los expertos consultados por SMC España. Celso Arango, jefe de Servicio de Psiquiatría del Niño y el Adolescente y director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, valora la metodología del estudio «con una muestra suficiente para evaluar la variable principal» y que añade «evidencia sobre el uso de la innovación digital en la cartera de servicios de tratamientos para personas con trastornos mentales». No obstante, señala que habría que «identificar qué pacientes se pueden beneficiar de este tratamiento, sobre todo porque tan solo un 58% a los que se les asignó el tratamiento más personalizado acabaron el estudio». En cambio, lo finalizaron un 82% de quienes recibieron la versión breve.
También considera necesario «conocer mediante qué mecanismo se produce la disminución del malestar. Se hipotetiza, sin respuesta, que pueda ser por reducir la ansiedad y el sentirse amenazado, mayor empoderamiento o aceptación de las voces. No se han comparado las dos intervenciones con psicoterapias que han demostrado ser eficaces en estos casos, como la terapia cognitivo-conductual«, matiza. Además, recuerda que «ante la falta de personas que puedan realizar estas psicoterapias en el sistema público, es necesario realizar estudios de coste-eficacia», y en caso de ser positivos, estas intervenciones digitales «podrían convertirse en alternativa para un grupo de personas con trastornos psicóticos».
Alberto Ortiz Lobo, doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III – Hospital Universitario La Paz (Madrid), apunta que «habría que plantearse quiénes se van a beneficiar de delimitar y externalizar esta experiencia específica y qué impacto puede tener en ellas a medio y largo plazo el ‘personalizar’ las voces a través de un avatar. Esto es crucial porque la escucha de voces no es un problema aislado ni el único de las personas diagnosticadas de psicosis, sino una expresión más de su sufrimiento psíquico, que precisa de una mirada y una comprensión holísticas y contextualizadas en la biografía y el entorno».
Para José García-Valdecasas, psiquiatra y vicesecretario de la Junta de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, «es cierto que los tratamientos actuales con psicofármacos o psicoterapia, en ocasiones, no son de suficiente ayuda, pero hay abordajes, por ejemplo, en grupos de apoyo mutuo de escuchadores de voces, que parecen más prometedores, en mi opinión».
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