Un robusto joven se acerca para preguntar al conductor de un vehículo que está a punto de partir ¿es la peta que funciona a electricidad?, la respuesta es afirmativa por lo que el curioso pide permiso para tomar una foto con su celular obteniendo el amable consentimiento del canoso ingeniero Julio Zubieta Ferrufino, quien actualmente es el líder de la empresa Synergia instalada en la ciudad de Cochabamba.
El vehículo amarillo, en su apariencia externa, es totalmente similar al clásico escarabajo alemán Volkswagen de los años 70 a 80, en su interior el volante y asientos tampoco son diferentes a los tradicionales, sin embargo, sobre el bastón de la caja de cambios existen dos pequeñas pantallas que marcan el estado de la carga de la batería a litio, porque de ese vehículo se extrajo el motor a gasolina para reemplazarlo por un equipo que funciona a electricidad.
Es una idea que tenía desde el año 2010, investigué cuando viajé a Europa, tuve contactos con proveedores de motores eléctricos en China y voy haciendo seguimiento a la tecnología de los autos eléctricos que empezó a desarrollarse con más fuerza desde el 2017, recordó el ingeniero Zubieta al mando del volante de la peta cuando, al mismo tiempo, apretaba suavemente el pedal del acelerador que es muy sensible, más que de los vehículos convencionales a gasolina.
La peta se carga, entre seis a siete horas, en casa como si fuera un celular, lo que me permite una autonomía para recorrer hasta 100 kilómetros, si se agotara la batería en la calle, lamentablemente tendría que empujar el vehículo porque en la actualidad hay muy pocas electrolineras, las que deberían ser mucho más en la ciudad para los vehículos eléctricos, comenta el ingeniero que está dispuesto a compartir sus conocimientos para que emprendedores instalen talleres de conversión en cualquier parte del país.
Cada día que salgo con mi peta, me siento contento porque cada litro de gasolina le cuesta un dólar al país y en el momento no hay dólares además que escasea el combustible, por lo tanto, soy un agente de ahorro, sonríe Zubieta cuando gira el volante para dar paso a una ambulancia que hace sonar la sirena en una calle cercana a la terminal de Cochabamba.
El costo de la conversión de un vehículo tradicional pequeño es de aproximadamente 7.000 dólares que se invertirían principalmente en la importación del motor eléctrico y la batería a litio, que es la que más cuesta en el momento.
Si el gobierno decide levantar la subvención a los combustibles sería una urgencia la conversión de los vehículos a electricidad, comenta el ingeniero que aclara que los vehículos a transformarse no deben pesar más de 1.100 kilos, pues si superan ese peso requerirían motores y baterías a litio de mayor potencia y costo.
La peta eléctrica despertó mucho interés en las redes sociales, pues el ingeniero ya suma 12.000 contactos de consultas sobre las bondades de la conversión, entre las que se tiene el evitar filas en gasolineras, anulación del cambio de aceite para el motor, olvido del mantenimiento del radiador, además que el equipo eléctrico que se interna al país goza de facilidades arancelarias.
Sin embargo, no todo es color de rosa, pues el registro del cambio de motor a eléctrico aún no tiene normas claras, hay muy pocas electrolineras y el costo para vehículos grandes es mayor por lo que los minibuses y buses tendrían que invertir más para adoptar este sistema para incorporar un parque automotor eléctrico al transporte público. Quizás si se le prende el foquito a algún alcalde esta iniciativa sea posible y exitosa, especialmente en las ciudades como Santa Cruz, Cochabamba y El Alto que son planas, lo que favorece a la autonomía de la carga eléctrica.
Talleres simples y limpios
No se necesita una inversión grande para instalar un taller de conversión de vehículos a electricidad, más sí personal calificado: un buen mecánico, un electricista y un electrónico, según el ingeniero Zubieta que está dispuesto a dar cursos de capacitación en alianza con alguna universidad o instituto de formación técnica que brinde las posibilidades para ejecutar este proyecto que vendría a ser un alivio a la actual escasez de gasolina, la cual amenaza con ser cada vez peor.
Las petas que están en el olvido por falta de repuestos, pequeños autos viejos que fueron desechados pueden reciclarse y volver a la vida con motores eléctricos instalados en Bolivia por mano de obra nacional. Es hora de analizar esta oportunidad y tomar acciones para que no sólo sea una buena idea, sino un gran proyecto real.
La entrada Una “peta eléctrica” se ríe de la escasez de gasolina en Cochabamba se publicó primero en El Diario – Bolivia.
Un robusto joven se acerca para preguntar al conductor de un vehículo que está a punto de partir ¿es la peta que funciona a electricidad?, la respuesta es afirmativa por lo que el curioso pide permiso para tomar una foto con su celular obteniendo el amable consentimiento del canoso ingeniero Julio Zubieta Ferrufino, quien actualmente
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Un robusto joven se acerca para preguntar al conductor de un vehículo que está a punto de partir ¿es la peta que funciona a electricidad?, la respuesta es afirmativa por lo que el curioso pide permiso para tomar una foto con su celular obteniendo el amable consentimiento del canoso ingeniero Julio Zubieta Ferrufino, quien actualmente es el líder de la empresa Synergia instalada en la ciudad de Cochabamba.
El vehículo amarillo, en su apariencia externa, es totalmente similar al clásico escarabajo alemán Volkswagen de los años 70 a 80, en su interior el volante y asientos tampoco son diferentes a los tradicionales, sin embargo, sobre el bastón de la caja de cambios existen dos pequeñas pantallas que marcan el estado de la carga de la batería a litio, porque de ese vehículo se extrajo el motor a gasolina para reemplazarlo por un equipo que funciona a electricidad.
Es una idea que tenía desde el año 2010, investigué cuando viajé a Europa, tuve contactos con proveedores de motores eléctricos en China y voy haciendo seguimiento a la tecnología de los autos eléctricos que empezó a desarrollarse con más fuerza desde el 2017, recordó el ingeniero Zubieta al mando del volante de la peta cuando, al mismo tiempo, apretaba suavemente el pedal del acelerador que es muy sensible, más que de los vehículos convencionales a gasolina.
La peta se carga, entre seis a siete horas, en casa como si fuera un celular, lo que me permite una autonomía para recorrer hasta 100 kilómetros, si se agotara la batería en la calle, lamentablemente tendría que empujar el vehículo porque en la actualidad hay muy pocas electrolineras, las que deberían ser mucho más en la ciudad para los vehículos eléctricos, comenta el ingeniero que está dispuesto a compartir sus conocimientos para que emprendedores instalen talleres de conversión en cualquier parte del país.
Cada día que salgo con mi peta, me siento contento porque cada litro de gasolina le cuesta un dólar al país y en el momento no hay dólares además que escasea el combustible, por lo tanto, soy un agente de ahorro, sonríe Zubieta cuando gira el volante para dar paso a una ambulancia que hace sonar la sirena en una calle cercana a la terminal de Cochabamba.
El costo de la conversión de un vehículo tradicional pequeño es de aproximadamente 7.000 dólares que se invertirían principalmente en la importación del motor eléctrico y la batería a litio, que es la que más cuesta en el momento.
Si el gobierno decide levantar la subvención a los combustibles sería una urgencia la conversión de los vehículos a electricidad, comenta el ingeniero que aclara que los vehículos a transformarse no deben pesar más de 1.100 kilos, pues si superan ese peso requerirían motores y baterías a litio de mayor potencia y costo.
La peta eléctrica despertó mucho interés en las redes sociales, pues el ingeniero ya suma 12.000 contactos de consultas sobre las bondades de la conversión, entre las que se tiene el evitar filas en gasolineras, anulación del cambio de aceite para el motor, olvido del mantenimiento del radiador, además que el equipo eléctrico que se interna al país goza de facilidades arancelarias.
Sin embargo, no todo es color de rosa, pues el registro del cambio de motor a eléctrico aún no tiene normas claras, hay muy pocas electrolineras y el costo para vehículos grandes es mayor por lo que los minibuses y buses tendrían que invertir más para adoptar este sistema para incorporar un parque automotor eléctrico al transporte público. Quizás si se le prende el foquito a algún alcalde esta iniciativa sea posible y exitosa, especialmente en las ciudades como Santa Cruz, Cochabamba y El Alto que son planas, lo que favorece a la autonomía de la carga eléctrica.
Talleres simples y limpios
No se necesita una inversión grande para instalar un taller de conversión de vehículos a electricidad, más sí personal calificado: un buen mecánico, un electricista y un electrónico, según el ingeniero Zubieta que está dispuesto a dar cursos de capacitación en alianza con alguna universidad o instituto de formación técnica que brinde las posibilidades para ejecutar este proyecto que vendría a ser un alivio a la actual escasez de gasolina, la cual amenaza con ser cada vez peor.
Las petas que están en el olvido por falta de repuestos, pequeños autos viejos que fueron desechados pueden reciclarse y volver a la vida con motores eléctricos instalados en Bolivia por mano de obra nacional. Es hora de analizar esta oportunidad y tomar acciones para que no sólo sea una buena idea, sino un gran proyecto real.
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